EL PUCHE FRONTERA
La gran avalancha de inmigración magrebí ha terminado diluyendo el clásico ambiente gitano de El Puche en el mar de chilabas que puebla hoy en día las calles Antonio Mairena o Manolo Caracol. La relación intercultural con la minoría romaní que aún permanece, áspera como podría esperarse, se sostiene sin mayores consecuencias gracias al respeto que ambas partes le profesan a la calle como zona de libre mercado. En este sentido, y ante la escasez de empleo regular o similares, El Puche viene funcionando en las últimas dos décadas a modo de gran zoco donde se mueve todo tipo de mercancía imaginable. Por otro lado, ahora que la segunda generación de origen norteafricano pisa ya fuerte, da la impresión de que a este flamante barrio musulmán europeo le vendría bien una mezquita como Dios manda.